Nuestros hijos Lucas y Diego, de 38 y 34 años, diagnosticados con TEA, mostraron desde pequeños un interés focalizado en la música. Las clases, normalmente individuales, con escasa o nula interacción con otros pares, los mantenían en un aislamiento propio de su condición. Los especialistas manifestaron que nuestros hijos se desarrollarían hasta aproximadamente los 25 años, anticipándonos que debíamos prepararnos para un deterioro de sus capacidades, pero la música los mantuvo activos postergando ese dramático escenario.

La práctica musical diaria de Diego y Lucas desarrolló en ambos habilidades notables, pero faltaba darles la oportunidad para compartir sus logros. Así, visualizamos un modelo de trabajo para sectores socialmente postergados o con escasa interacción. Podemos dar testimonio con mucho orgullo que en 6 años de trabajo intenso y sistemático, hemos contribuido a desarrollar avances notables en nuestros beneficiarios, quienes se muestran más comunicativos, afectivos, expresivos, plenos y felices.

NOS MUEVE

Nuestro sueño es contribuir a la inclusión social a través del maravilloso recurso que son las artes, abordando así la fuerte discriminación y desigualdad presentes en tres grupos socialmente postergados:

1. Personas con trastornos del desarrollo.

2. Niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad.

3. Jóvenes y adultos privados de libertad.

Nos motiva trabajar para dar oportunidades que contrarresten la soledad, desorientación y marginalidad que oprime el desarrollo de niños, niñas y jóvenes, estimulando habilidades artísticas y sociales que propician cambios positivos en sus vidas y sus entornos.